En esta fecha tan especial para la comunidad fonoaudiológica, compartimos la nota escrita por la Lic. Virginia Zangroniz a quien le agradecemos por su aporte y su interesante reflexión.

El Día de la Voz supone una toma de conciencia y una celebración. La idea de que exista un día especial para eso nos pone en situación de reflexionar. ¿Cuándo pensamos en nuestra voz? Probablemente frente a su falta, frente a una dificultad, cuando es requerida por algo en particular, extra cotidiano, y debemos usarla. Seguramente en nuestra vida diaria, hablar sea una acción de las que tenemos automatizadas, como caminar, sentarnos, ponernos de pie, y tantas otras que no pensamos antes de ejecutar. Les propongo entonces, el ejercicio de poner atención en nuestra voz, en nuestra manera de hablar, en si hay o no una modificación después de un esfuerzo vocal como hablar sobre ruido ambiente fuerte, después de cantar, de hablar durante mucho tiempo y de tantas otras cosas de la vida cotidiana.

Ahora la reflexión sería, que si la voz “duele”, (aparecen por ejemplo, molestias al hablar, al tragar, fatiga vocal, tensión, cambios, entre otras) +algo nos está “diciendo”.

Escucharla y hacer un control es la indicación inmediata. Solicitar una evaluación con profesionales de la salud, fonoaudiólogxs y otorrinolaringólogxs es el primer paso para atender a esa voz que no es ni más ni menos que Vos, con todo lo que eso implica. 

Una consulta a tiempo previene y protege.

 Pero volviendo a la celebración, que está muy ligada a todo lo anterior, celebramos que más voces puedan ser escuchadas, que haya diversidad de voces, que haya voces en alto exigiendo igualdad de oportunidades, reclamando derechos, otras probablemente hablando por primera vez con voz propia, cantando en salas pequeñas, al aire libre, pidiendo ser escuchadas desde una radio comunitaria, desde un medio masivo de comunicación, alguna voz dando cátedra de honestidad y alguna otra, sonando inverosímil ya desde la primera frase.

Celebramos las voces que conmueven, que abrazan, que acompañan, que calman, que guían, que nos invitan a hablar, que nos ayudan a pensar. Detrás de muchas de esas voces, estamos, silenciosamente, sosteniendo sueños, deseos, carreras, recorridos, Vidas, lxs fonoaudiólogxs, entre tantxs otrxs profesionales. Alzar la voz, aunque a veces duela, tiene implicancias colectivas que conllevan la lucha de algunxs para el beneficio de muchxs. Este día de la Voz sumo la mía a la de Ferni de Gyldenfeldt que con la suya derribó las categorías de Solista vocal femenina y Solista vocal masculino para dar paso a una nueva, que no tiene género, en uno de los Festivales más tradicional de nuestro país, Cosquín. Me quedo con Luchi de Gyldenfeldt, su hermana, que se convirtió en Profesora Titular de la primera Cátedra de Canto disidente de una Universidad Nacional, la UNA- Universidad Nacional de las Artes; me quedo con María Castillo de Lima, que sigue proclamando con su voz tan poderosa como amorosa, desde que ganó con trabajo, esfuerzo y mucha paciencia su espacio/lugar como la primera soprano trans del Teatro Colón; me quedo con Valentina P, que desde su militancia logró la representatividad de sus compañerxs trans, y hace tronar su voz ante cada injusticia; y me quedo también con Valentina S, que con su capacidad, con su autoexigencia frente a los desafíos y con su amorosidad llevó su tímida voz que fue creciendo con su lucha, a los claustros universitarios, no solo de Argentina sino del mundo.

Por todas ellas, y por tantxs otrxs, que alzaron su voz, hoy es sin dudas, un día de celebración. 

A modo de cierre, comparto una frase de Borges con la que hace muchos años, en el marco de una campaña del Día Mundial de la Voz trabajamos como consigna y hoy celebramos que empiece a tomar fuerza: “Quien tiene una voz, tiene un destino”.